Las cosas son como son; eso es todo. Recuerdo que en el jardín de nuestro convento, un rayo partió casi todas las ramas de un cerezo. Pero había una rama, toda encorvada, que permaneció unida al tronco solo por unos pocos hilos y su corteza. Pues bien, ¡esta rama floreció y dio fruto!
Tenemos que mirar lo que permanece para nosotros. Tenemos que mirar a lo que tenemos. Tenemos que trabajar con lo que nos queda. Quizá llegue el momento en que no nos quede nada. Generalmente, sin embargo, hay razones suficientes para ser felices, para continuar viviendo y permanecer activos.
P. Yves Congar
Con esta frase comienza una reflexión que nos inspira a mirar distinto los momentos de dificultad. La compartimos con vos porque en la vida empresarial –como en la vida misma– hay etapas en las que las tormentas golpean fuerte: ventas que caen, planes que no funcionan, decisiones que se postergan, personas clave que se van, y recursos que ya no alcanzan. ¿Qué hacer entonces?
La imagen es poderosa: un cerezo que fue partido por un rayo. Casi todas sus ramas cayeron, menos una, encorvada, sostenida apenas por algunos hilos de corteza. Esa rama floreció. Y dio fruto.
Esta historia nos deja cinco aprendizajes clave para quienes lideramos empresas:
1. Aceptar la realidad con objetividad
Cuando los contextos cambian –y lo hacen seguido– es importante entrenar la capacidad de ver las cosas como son, sin endulzarlas ni dramatizarlas. Aceptar la realidad tal cual es nos libera energía para actuar en lugar de resistir.
2. Reconocer lo que sí permanece
Aunque estemos golpeados, siempre hay algo que sigue en pie: un cliente que confía, un proceso que funciona, una oportunidad nueva. A veces es el equipo, otras veces es una idea. Hay que aprender a detectar eso que sigue vivo, aunque parezca frágil.
3. Trabajar con lo que hay
Quizá no tengamos el presupuesto ideal, ni el contexto soñado. Pero como empresarios, una de nuestras habilidades más valiosas es la de crear soluciones con recursos limitados. No se trata de conformarse, sino de reinventarse desde lo que queda.
4. Volver al propósito
Cuando todo tiembla, recordar el por qué hacemos lo que hacemos nos da rumbo. ¿Qué impacto queremos generar? ¿Qué aportamos a nuestros clientes, a nuestra comunidad, a nuestra familia? Liderar con propósito hace la diferencia.
5. Activarse y seguir en movimiento
La reflexión cierra con una idea muy potente: generalmente hay razones suficientes para ser felices, para continuar viviendo y permanecer activos. En otras palabras, lo importante es no quedarse quieto. Aunque sea con pasos pequeños, hay que avanzar.
Conclusión
La resiliencia no es un concepto de moda. Es una competencia crítica para liderar empresas hoy. Y como el cerezo, también nosotros –con nuestras ramas heridas– podemos florecer y dar fruto.
Desde Q-MANAGEMENT acompañamos a líderes y equipos en estos procesos de transformación. Porque sabemos que, con la mirada adecuada y un plan de acción, siempre hay algo valioso con lo cual seguir construyendo.