¿El líder necesita conocerse a sí mismo?
por Cdr. Fernando Piñeiro
Fernando.Pinieiro@qmamericas.com
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Luego de analizar el entorno y la realidad concreta, el líder debe conocerse
más a sí mismo, saber cuáles son sus fortalezas para potenciarlas y basarse en
ellas, y sus debilidades, para minimizarlas y corregirlas.
En su libro “Heroic Leadership” (El liderazgo al estilo de los jesuitas, en
su traducción española), el ex jesuita Chris Lowney revela los principios del
liderazgo que han guiado a los líderes jesuitas en sus diversas actividades durante
más de 450 años. Según Lowney, el perdurable éxito de los jesuitas descansa
sobre cuatro pilares esenciales del liderazgo: autoconocimiento, creatividad,
amor, y heroísmo.
En cualquier organización existen prometedores jóvenes que parecen
tenerlo todo para llegar a la cúspide. Sin embargo, lo cierto es que la inteligencia,
la ambición y la formación no son suficientes y muchos de estos jóvenes talentos
acaban estancados. Estos resonantes fracasos pueden atribuirse, en muchos casos,
a la falta de comprensión de las propias fortalezas y debilidades en un contexto
cambiante. Los jesuitas parecen haberlo comprendido hace varios siglos. En
efecto, cada persona que se une a la organización debe atravesar un mes de retiro
donde la única tarea consiste en someterse a una intensa re-flexión espiritual
sobre las propias fortalezas y debilidades en relación con la misión del
movimiento. Incluso, una vez de vuelta a las actividades cotidianas, el jesuita se
toma todos los días unos momentos para reflexionar sobre sus objetivos últimos
y las lecciones aprendidas durante la jornada para alcanzarlos.
Con respecto a la creatividad, dice Lowney que en el mundo de los
jesuitas se le da suma importancia a la innovación con confianza y a la
adaptabilidad al mundo cambiante. Un claro ejemplo de ello fue el jesuita
Roberto de Nobili quien a principios del siglo XVII, emprendió un viaje de
evangelización a la India. Allí se mantuvo fiel al dogma cristiano. Sin embargo,
para transmitir más eficazmente su mensaje, se adaptó a su entorno vistiéndose
con las tradicionales ropas hindúes y hasta se convirtió en vegetariano.
San Ignacio de Loyola decía que el amor debe manifestarse en los hechos,
no en las palabras. El amor se manifiesta en una actitud positiva hacia los otros,
una actitud que sirva para desarrollar todo su potencial. Confianza, respeto y una
sincera voluntad de ver triunfar al otro son la forma de manifestar el amor hacia
el prójimo en una organización.
Nuestro moderno concepto del heroísmo está asociado con el guerrero que
conquista una base enemiga y recibe una condecoración. Pero los jesuitas tenían
otra concepción. Para ellos, el héroe era aquel con grandes ambiciones y una
pasión por la mejora continua, el hombre que constantemente busca
oportunidades de poner su granito de arena en el éxito de un proyecto conjunto.
Hoy entendemos el liderazgo como una serie de tácticas para que el otro haga lo
que queremos. Con la visión proporcionada por Lowney, lo debemos entender
como un conjunto de valores que conforman a una persona en su manera de
relacionarse con los otros y orientado al Bien común.
El modelo jesuita acaba con el precepto del “único gran hombre” por la
sencilla razón de que todos ejercen influencia, buena o mala, grande o pequeña,
todo el tiempo. Un líder aprovecha todas las oportunidades que se le presenten
para influir y producir un impacto. El liderazgo nace desde adentro. Determina
quién soy, así como qué hago. El medio más eficaz de liderazgo con que cuenta
el individuo es el conocimiento de sí mismo: una persona que entiende lo que
valora y lo que quiere, que se basa en determinados principios y se enfrenta al
mundo con una visión coherente. La mayor fortaleza del líder es su visión
personal, que comunica por el ejemplo de su vida diaria. La visión es algo
intensamente personal, el producto de madura reflexión: ¿qué es lo que busco?
¿qué quiero? ¿cómo encajo en el mundo?. El liderazgo no es un acto, es una
manera de vivir. Es un modo de proceder. Su modo de proceder era una brújula,
no una lista de comprobación. Si uno sabe adónde quiere ir, la brújula es un
instrumento mucho más útil. Lanzado al extraño terreno cultural de la China,
Mateo Ricci comprobó que la lista de comprobación de tácticas que funcionaban
en Europa resultaba inoperante en ese país, pero su brújula, su modo de proceder,
le servía muy bien. Sabiendo lo que valoraba y lo que quería lograr y realizar, se
orientó en el nuevo ambiente y confiado se amoldó a las circunstancias no
familiares.
David Fishman, en su libro “El camino del líder”, también sugiere que el
primer paso que debe dar una persona que quiere ser líder es aprender a estar
conciente, pues éste es un elemento clave. Nadie puede ser líder si no tiene la
capacidad de liderarse a sí mismo. Hacerse líder es un proceso continuo de
autodesarrollo y autoconocimiento. El liderazgo personal es una tarea
permanente en la cual el conocimiento de sí mismo va madurando de manera
continua. El ambiente externo evoluciona y las circunstancias personales
cambian, lo mismo que las prioridades personales. Algunas fortalezas personales
decaen a medida que surgen oportunidades para desarrollar otras. Todos estos
cambios requieren un continuo crecimiento equilibrado y una evolución como
líder.
Q-Management Consultores
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Me parece un increíble artículo, quiero agregar
que ser líder es una labor interna, se requiere de una motivación interna muy grande para poder perfeccionar lo que uno no hace de la
manera correcta y aprender nuevas estrategias que
nos hagan mejores líderes.