LA IMPORTANCIA DEL JUEGO EN LOS TALLERES EMPRESARIALES
La referencia más antigua que tenemos sobre los juegos data desde el siglo V (AC), cuando Herodoto narra la historia de los lidios, quienes utilizaron el juego de las tabas (astrágalos) y dados como forma de distracción para superar una hambruna. Hay evidencias de pinturas y esculturas en Antigua Grecia que plasma a personas adultas de ambos sexos jugando con astrágalos. El juego, lo lúdico ha estado siempre presente en la historia de la humanidad; sólo hace poco tiempo lo hemos comenzado a considerar como algo exclusivamente infantil.
Muchos investigadores exponen que a través de las actividades lúdicas se activa el desarrollo de estrategias sociales, pues a través del juego comunitario se aprenden las reglas de convivencia básica como comunicación, cooperación y límites sociales, además del impacto de las acciones en los otros.
Johan Huizinga, en su ensayo “Homo ludens” señala que el juego es más viejo que la cultura, y está presente tanto en el ser humano como en los animales. Define al juego como una forma de actividad llena de sentido y como función social. Las grandes ocupaciones primordiales de la convivencia humana (hablar, comunicar, enseñar, mandar) están impregnadas de juego. El juego es una actividad libre, que no está relacionada con la vida “corriente”. Más bien consiste en escaparse de ella a una esfera distinta de actividad que posee su tendencia propia.
Cualquier juego puede absorber por completo, en cualquier momento al jugador. Lo oposición “en broma” y “en serio” oscila constantemente. El valor inferior del juego encuentra su límite en el valor superior de lo serio.
El juego se cambia en “cosa seria” y lo serio en juego. Puede elevarse a alturas de belleza y santidad que quedan muy por encima de lo serio.
Adorna la vida, la completa, y es en este sentido, imprescindible para la persona, como función biológica, y para la comunidad, por el sentido que encierra, por su significación, por su valor expresivo y por las conexiones espirituales y sociales que crea. En una palabra, como función cultural.
Otra de las características que destaca Huizinga es que se juega dentro de determinados límites de tiempo y de espacio. Todo juego se desenvuelve dentro de un campo, que material o tan sólo idealmente, de
modo expreso o tácito, está marcado de antemano. En este sentido no existe diferencia entre el juego y una acción sagrada. Dentro del campo de juego existe un orden propio y absoluto. He aquí otro rasgo positivo
del juego: crea orden, es orden. Lleva al mundo imperfecto y a la vida confusa una perfección provisional y limitada. El juego exige orden absoluto. La desviación más pequeña estropea todo el juego, le hace perder su carácter y lo anula. Cada juego tiene sus reglas propias.
Determinan lo que ha de valer dentro de ese mundo provisional que ha creado. Las reglas del juego, de cada juego, son obligatorias y no permiten duda alguna.
Aplicar el juego y dinámicas en los talleres que se realizan en la empresa permite a los participantes obtener los conocimientos aplicados a la práctica y fomenta el trabajo en equipo, mejorando la inteligencia emocional de cada individuo y de la organización en su conjunto.
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Fernando Piñeiro
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