Soñar el futuro de nuestras organizaciones
Imaginar y compartir son piezas fundamentales para el desarrollo
Hay que tener en cuenta que, incluso en recesiones y crisis económicas severas, algunas empresas pueden obtener ventajas.
Nuestras organizaciones necesitarán todas las herramientas que tengan para sobrevivir y acelerar sus negocios a medida que la economía se recupere. La mayoría tendrá que reconfigurar las operaciones, reasignar recursos y, en algunos casos, reinventar sus modelos de negocio.
Esto requerirá un nuevo proceso para detectar y evaluar cambios antes de que sean obvios para todos, y sobre todo no caer en el pesimismo, la desesperación o la derrota.
Si uno se convence de que soñar no sirve para nada y tener ideales es inútil, nos resignamos a ser mediocres, a perder todo y nos condenamos a vivir un mundo que es una prisión.
Como ya lo comenté en otras oportunidades, necesitamos imaginar diferentes futuros y diferentes escenarios, explorar diferentes horizontes y “repensar o soñar el futuro”.
Más importante aún es saber que los sueños nunca son individuales. Los sueños se comparten y cuando un sueño se comparte, comienza a realizarse. Cuántas grandes realizaciones humanas se han hecho por personas que han soñado y han compartido sus sueños e ideales.
Tenemos que tener la actitud del conejo del cuento “el perro y el conejo”. En una oportunidad, un granjero quiso hacer un concurso entre su perro y su conejo. Hizo un agujero en uno de sus grandes parques, escondió en él una zanahoria y un hueso. Luego se puso a ver quién los encontraba antes. El conejo, alegre y optimista, se lanzó a buscar la zanahoria, cavando aquí y allí, muy convencido de encontrarla. El perro, pesimista, tras husmear un poco, se tiró al suelo y comenzó a lamentarse. Pensaba que era muy difícil encontrar un hueso en un campo tan grande. Durante horas el conejo cavó, y a cada nuevo hoyo el perro se lamentaba más de lo difícil que lo pasaba el conejo. El conejo pensaba: Me queda un agujero menos. Cuando ya no quedó sitio donde cavar, el conejo hizo un túnel hasta llegar bajo el perro, donde encontró la zanahoria y el hueso. Así el perro perdió solo por su pesimismo, cuando gracias a su gran instinto, habría encontrado el sitio a la primera instancia.
La vida pierde sabor cuando uno ya no tiene con quien compartir sus sueños y se da por vencido. La realidad humana es tal que nunca conseguimos nada que no hayamos soñado y compartido con alguien.
Por Fernando Piñeiro
Nuestros profesionales tienen amplia experiencia en la transformación organizacional y la mejora de procesos. Desde el comienzo de la pandemia estamos acompañado a varias empresas en el camino de la adaptación y el desarrollo de nuevas posibilidades y modelos de negocio.
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